“Meditar desarrolla nuestra intuición: el cerebro que tenemos en las tripas; lo que nos envía acorazonadas, advierte de peligros o susurra que tomemos una acción”
“Meditar desarrolla nuestra intuición: el cerebro que tenemos en las tripas; lo que nos envía acorazonadas, advierte de peligros o susurra que tomemos una acción”
Todo comenzó tras concluir un retiro en silencio de siete días en Spirit Rock, California. Una de las maestras me dijo que las lecciones que yo buscaba solamente estaban disponibles en DVD. Pero ya no tengo DVD. Me aseguró que una máquina me costaría apenas $30 y, de inmediato, una compañera del retiro sacó $30 de su cartera y extendió su mano. Miré los billetes y la miré perpleja: “Yo puedo comprarla, no te preocupes”. Pero me puso el dinero en la mano y no lo aceptó de vuelta. Minutos después, cancelé mi espacio en el transporte que nos llevaría velozmente al aeropuerto, pues quería visitar el puente Golden Gate. El coordinador se incomodó porque la tarifa ya estaba acordada, y el resto del grupo tendría que pagar los $25 que me tocaban. Pensé que lo justo era pagarlos yo, aunque no me montara. Con una sonrisa, le di $25 de los $30, y pensé: “Es como si ‘Alguien’ ya lo hubiese sabido...”.
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