La sociedad se ha ocupado de decirnos que no confiemos, que si lo intentamos caeremos en el pavimento y nos partiremos la espalda
La sociedad se ha ocupado de decirnos que no confiemos, que si lo intentamos caeremos en el pavimento y nos partiremos la espalda
Contrario a lo que ocurría en mis veinte, ahora desde los treinta, me topo con incontables mujeres jóvenes a quienes la idea de casarse les causa, cuanto menos, algo de alergia. El mero pensamiento de someterse a un esposo, de una institución social como el matrimonio o de la imagen de sí mismas emulando a una especie de pulcra princesa vestida de blanco, les incomoda y no son tímidas a la hora de expresarlo.
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