Hoy día es un pecado estar desocupado y ni pensar si quiera en aburrirse. ¿No será tiempo de que recuperemos nuestro bien más preciado? El tiempo.
Hoy día es un pecado estar desocupado y ni pensar si quiera en aburrirse. ¿No será tiempo de que recuperemos nuestro bien más preciado? El tiempo.
Estoy cansada. No cansada como quien se cansa entrenando para un maratón, levantándose a las tres de la mañana para empezar a correr a las cuatro y hacia las ocho ir terminando la carrera del día. Tampoco estoy cansada como las mujeres que, contra todo pronóstico, consiguen cada día adelantar sus carreras y administrar vidas familiares y loncheras. Tampoco estoy cansada como muchos de mis estudiantes que estudiaban y trabajaban y se levantaban de madrugada a terminar lecturas y ensayos. De lo que estoy cansada es de no saber vivir de otro modo. Estoy cansada de haber asumido esa especie de ética del cansancio, esa forma de vivir en la que estar siempre muy ocupada, me hace sentir que mi paso por el mundo tiene validez.
Te invitamos a descargar cualquiera de estos navegadores para ver nuestras noticias: