La rutina y el tiempo han cambiado para todos después del huracán María, y es importante no escapar de este proceso y repensar cómo vivimos nuestros días
La rutina y el tiempo han cambiado para todos después del huracán María, y es importante no escapar de este proceso y repensar cómo vivimos nuestros días
Cae la noche en Río Grande. La sábana infinita de estrellas me arropa, hay un poco de fresco, mi amor al lado en el balcón me cuenta historias de su niñez y compartimos un vaso con agua fresca gracias a un par de hielos felices que su hermano nos regaló. En ese instante somos dichosos. Minutos después, ni el baño de media luna nos alumbrará la mirada. El olor a combustible de las plantas eléctricas de los vecinos se nos mete por el cuerpo, sentimos como si nos ensuciara la sangre, la saliva, todo. El sonido no nos dejará dormir, casi vibran las ventanas con su estridencia. Tampoco el calor, ni los mosquitos. Nos desvelamos. Cada tanto nos echamos gotas de agua por el cuerpo para refrescarnos y tratar de dormir. No lo logramos. Arrecia el mal humor, el insomnio y así pasa la noche. Al amanecer, se logra media hora de sueño tan pronto se apagan las plantas. Salimos a caminar, contamos las picadas de mosquitos nuevas y nos proponemos ese día conseguir gasolina o hielo. Las dos, imposible.
Te invitamos a descargar cualquiera de estos navegadores para ver nuestras noticias: