Las palabras abrazan, acarician, consuelan, pero también hieren, humillan y desgarran
Las palabras abrazan, acarician, consuelan, pero también hieren, humillan y desgarran
Mil veces has ensayado el encuentro en tu mente. Repasas cada oración que te propones decir, editas en el aire, tachas y vuelves a añadir lo que borraste. Contemplas las pausas necesarias, esas que te ayudarán a reordenar tus pensamientos antes de proseguir el diálogo. Repites en voz alta el mensaje. Especulas sobre las réplicas que puedan llegar para así anticipar diversas respuestas. No dejas ningún cabo suelto. Estas lúcido y seguro de lo que quieres decir y lograste la composición perfecta que traduce lo que sientes.
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